Segunda crítica cinematográfica de ABISMOfm. Hoy hablaremos, a dos manos (dos plumas, dos voces…) sobre Dunkerque, la nueva genialidad del director Christopher Nolan. Aunque se estrenó en verano, aún no había encontrado el momento para verla. Hasta este pasado fin de semana. Me ha ha cautivado de tal manera que me ha parecido una buena idea escribir una crítica y añadir también la que en su día hizo el gran Joan Millaret Valls. Por si aún no la has visto, tendrás un buen listado de razones para hacerlo. Y si ya la has visto para sumar más elementos de análisis a tu opinión.
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Foto: cinemascomics.com
La primera impresión es que, el señor Nolan lo ha vuelto a hacer. Se ha vuelto a reinventar y, nuevamente, el resultado es una manifestación de arte superlativa, una película para recordar, una magnífica y mastodóntica superproducción cinematográfica, tratada por la manos de un orfebre del séptimo arte.
“Dunkerque”, en términos cinematográficos, es un plano detalle de una hora cuarenta y cinco minutos de duración. Donde Nolan, con su magistral ingenio nos narra varias historias a la vez, con diferentes líneas temporales que componen un puzzle realmente interesante para el espectador.
Foto: y101fm.com
De entre las muchísimas cosas a destacar de este maravilloso metraje, el valor de Nolan de vender a Hollywood una historia de la Segunda Guerra Mundial en donde no vemos en toda la película al ejército americano. Si esto por si solo no es extraordinario, tampoco vemos a ningún soldado alemán, tan sólo sus aviones. Es innegable que esto es bastante inaudito en el cine hollywoodiense.
Nolan nos reproduce al milímetro la Operación Dinamo, conocida popularmente como El milagro de Dunkerque, una evacuación masiva de tropas aliadas sucedido a finales de mayo de 1940 en las playas de esta localidad francesa, cercana a la frontera con Bélgica. Dicha operación supuso el rescate de unos 200.000 soldados británicos y más de 100.000 entre belgas y franceses.
Foto: cinemascomics.com
El reparto de “Dunkerque” está plagado de caras conocidas. Está a la altura del genio de Christopher Nolan y supera con creces las expectativas. Hay actores consagrados como Kenneth Branagh, Tom Hardy, Mark Rylance y Cillian Murphy, y el talento de nuevos valores como Harry Styles, Fionn Whitehead o Charley Palmer Rothwell. En una película donde predomina un ruidoso silencio, el horripilante sonido de los cazas acechando, o las incontables bombas caídas tienen muchísima más presencia que el diálogo, que brilla por su ausencia. En esta tesitura, el lenguaje no verbal toma protagonismo y reconozco que todo el reparto está sobresaliente. Remarcar un solo nombre resultaría injusto para con el resto.
La fotografía del film es de matrícula de honor. Si nos centramos en la colorimetría, el tono general de la película está dominado por un azul grisáceo, como el del cielo nublado que vemos a lo largo de la cinta.
Si tuviera que destacar algunos planos, hay muchos planos aéreos, algunos cenitales, de una belleza cautivadora. La recreación de las batallas es sobria y fidedigna y los efectos especiales, tan bien hechos, con tanto gusto, que no se hacen notar. Cumplen su función a la perfección sin grandilocuencias innecesarias.
Foto: cinefilmsblogg.files.wordpress.com
La veracidad de la película es realmente abrumadora. El film te mantiene en tensión constante, una tensión rayana a la ansiedad. La pista de audio es francamente sobrecogedora. Si al ruidoso silencio le sumas la incontestable banda sonora de otro genio, ni más ni menos que el inmenso Hans Zimmer, que ya ha colaborado con Nolan en Interestellar, Origen y El Caballero Oscuro, y que entre su inmenso catálogo también cuenta con otros insignes éxitos como Gladiator, la reciente Blade Runner 2049 y también El rey León (por la que se llevó el Oscar a la mejor Banda Sonora en 1995) tienes el acierto garantizado. Si tuviera que definir la banda sonora de “Dunkerque” con una sola palabra, sólo se me ocurre una: angustiosa. Teniendo una fotografía sublime y unas actuaciones hiperrealistas, la banda sonora no podía ser menos y matiza la historia dotándola de una atmósfera asfixiante, un tempo amenazador, una cadencia extenuante en donde, tus nervios, están los 105 minutos de metraje literalmente a flor de piel.
En definitiva. Si aún no has visto “Dunkerque”, te estás perdiendo la nueva genialidad de Christopher Nolan. Su primera incursión en el cine bélico. Su primera gran batalla ganada.
Xavi Villanueva
Christopher Nolan se acerca con “Dunkerque” a uno de los episodios famosos de la Segunda Guerra Mundial. Las tropas aliadas son empujadas hasta quedar atrapadas en la línea de mar en las playas de la ciudad de Dunkerque por el empuje del ejército alemán durante su avance imparable hacia Francia. En este filme de guerra prevalece la idea del sitio. En el que el ejército alemán mantiene contra las cuerdas a los derrotados, castigando la retirada de los ingleses.
Foto: espinof.com
Pero este cerco deviene en angustioso ya que el cineasta británico mantiene los enemigos fuera de cuadro. Como un enemigo invisible, que nunca se manifiesta físicamente, a pesar de su amenaza. Recursos propiciatorios de situaciones concentracionarias y claustrofóbicas. Que parecen provenir de aquel film paradigmático sobre la modalidad del aislamiento y el asedio de un grupo de soldados perdidos en el desierto durante la Primera Guerra Mundial. «La patrulla perdida» (1934, John Ford). A pesar de tratarse de un ejército acosado, en esta situación de estancamiento de los británicos queda la opción del embarque. Queda la fuga atravesando el canal de la Mancha, que posibilita la idea del rescate para liberar a los retenidos.
A pesar de la vergüenza de la derrota, la humillación del desastre, Nolan sustenta su espléndido filme sobre la épica de la subsistencia. Una idea que lo aleja de las gestas victoriosas del campo de batalla para alabar el espíritu de resistencia y sufrimiento. Acercándose a un registro habitual del género bélico como es la línea más supervivencialista.
Aquella en la que prevalece el salvarse antes de nada. Sobrevivir a la diáspora del retroceso, al igual que los filmes de desastres bélicos, caso de la caótica y demencial retirada de las tropas alemanas del frente ruso reflejado en “Stalingrado” (1993, Joseph Vilsmaier)
Foto: dailymotion.com
El desbarajuste monumental de la batalla de Dunkerque incorpora también una dimensión apocalíptica. Perfectamente espectacularizada en un film reciente que retrataba el infierno de Dunkerque como «Expiación» (2007, Joe Wright). Que nos dejó aquel virtuoso y dilatado plano-secuencia en la playa que, en realidad, era la percepción de un moribundo. Este tono dantesco lo incorporan en el film de Nolan los grupos de soldados de tierra. Sobre todo Tommy (Fionn Whitehead), que intenta varias veces escapar del asedio por mar y que le lleva a vivir prácticamente tres naufragios, renaciendo hasta tres veces.
En una situación desesperada, Tommy sobrevive cerca de un barco hundido del que ha sido expulsado. Salva la vida de nuevo en el hundimiento de otro barco torpedeado por un submarino, o se salva nadando los intentos frustrados de escapar con un barco abandonado y embarrancado en la playa nuevamente destruido.
Foto: fotogramas.es
La novedad de Nolan en el género bélico es que en «Dunkerque» va un paso más allá de su maestría del arte de la suspensión temporal. De los estados entre la vigilia y el sueño. O de la creación de estructuras narrativas enrevesadas . El director de «Origen» (2010) idea ahora una estructura tripartita para reflejar a su manera la crónica de la evacuación de los británicos de la villa marinera de Dunkerque, centrándose en tres grupos de personas que se corresponderían a los capítulos de tierra, mar y aire. Son tres frentes de un mismo episodio que sirven para individualizar la batalla y poner nombre a sus anónimos protagonistas. Estos tres puntos de vista diferentes, pero complementarios, corresponden a los soldados de a pie que procuran huir como sea del frente roto para volver a Inglaterra, unos pilotos británicos que intentan abatir los aviones alemanes para proteger los destructores que cargan los soldados para devolverlos en casa, y un grupo de civiles de la costa británica movilizados con sus embarcaciones de pesca para ayudar a embarcar el mayor número de soldados.
Pero que el espectador no se piense que este relato múltiple de historias cruzadas se desarrolla de forma paralela. Manteniendo una simultaneidad en el tiempo, sino que los mismos hechos son descritos desde las tres perspectivas separadas por una franja de tiempo. Como si las imágenes se suceden con cierto decalaje unas de otras, en un argumento de acciones demoradas.
Foto: eldiario.es
Prevalece una plena atmósfera de pesadilla. Acentuada también por la práctica ausencia de diálogos, profundizando la sensación de extrañeza y de alienación absoluta. En realidad, la perspectiva adoptada por Nolan es a menudo la de la conmoción. Del trastorno que deja mudos a los que lo sufren, de la incapacidad de reacción, una especie de estado catatónico. Una original impresión que mantiene el film en una atmósfera de irrealidad a pesar de la crudeza de la situación, en la que la guerra, aparte de ser vivida en primera persona, es observada también desde la distancia, con testigos privilegiados que al contemplar con retraso lo que el espectador antes ya ha visto desde otra localización, fortalecen un fascinante e hipnótico clima de insomnio, la madre del desconcierto.
Joan Millaret Valls