Las distopías están de moda. Han renovado el género de la ciencia ficción y amortizan sobradamente sus abultados presupuestos. Es un subgénero del cine, y las series, que se ha sabido potenciar convenientemente y ha conseguido atraer a gran cantidad de público. Un público, eso sí, cada vez más exquisito y cultivado que les exige, además de calidad, verosimilitud en sus historias. No todo vale. Unos buenos efectos especiales sin una buena historia detrás sirven de bien poco. Como decía en el anterior post: «Distopía. El secreto del éxito de series como The Handmaid’s Tale» (que si aún no lo has hecho, te invito a leer: pincha aquí), comentaba que una distopía vendría a ser algo así como una «antiutopía», una sociedad futura y ficticia que se ha degradado considerablemente derivando en una sociedad totalitaria y apocalíptica. Si una utopía podría definirse como una sociedad idílica que irradia perfección, una distopía es todo lo contrario.
Como dijo la semana pasada el escritor gallego Manel Loureiro, autor de la trilogía Apocalipsis Z… «las distopías gustan porque nos sentimos identificados pero seguros»
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La serie que Charlie Brooker rodó para Channel 4 y que en España podemos ver gracias a Netflix, es una antología. Esto quiere decir que todos los capítulos son independientes entre si. Una nueva historia en cada nuevo episodio. Black Mirror nos muestra un futuro extremadamente pesimista con el uso que hacemos de las tecnologías. Contiene grandes dosis de un humor negro preñado de mordacidad. La calidad de los capítulos no es uniforme, hay algún capítulo flojillo, pero hay otros que son auténticas odas al ingenio. Serios avisos que algo no funciona bien en nuestra sociedad. ¿Nos quedaremos de brazos cruzados? De momento, lo mejor es ver la serie.
Fuente: radiosynchro.com
En Black Mirror, está muy presente el uso y abuso que hacemos de los móviles y las redes sociales, llevado al extremo de forma hiperbólica. Aunque quizá, tampoco estamos tan lejos de lo que allí vemos. Los personajes y conflictos son tan reales que todos podemos sentirnos claramente identificados. Situaciones que cuestionan la sociedad que vivimos y nuestros actos y reacciones. La verdad es que lo que nos enseña la serie es muy deprimente. Nos enfrenta a un espejo al que no es muy agradable mirarse. Pero, hacerlo, es un ejercicio de valentía muy necesario.
Black Mirror invita a una serena reflexión y fomenta el sano debate, ya que cada uno es muy libre de interpretarla a su gusto. Muchos la consideran la heredera natural de «La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone) una mítica serie de los años 60 que causó furor entre diferentes generaciones.
Estos son algunos ejemplos de los temas tratados en sus mejores capítulos.
La vida de las personas depende en gran medida de los «likes» o «5 estrellas» que nos conceden nuestros «followers». De ello puede depender de las posibilidades reales que te concedan un préstamo hipotecario o que puedas comprar un billete de avión. Si das una mala contestación, no te comportas con corrección o, simplemente, no te muestras lo «radiante y feliz» que debieras, puedes ir perdiendo popularidad. Si tus «likes» bajan de según que nivel puedes llegar a convertirte en un paria, un deshecho de esta sociedad.
Capítulo «Caída en picado» de Black Mirror. Fuente: elpais.com
Aquí se nos plantea que todos tenemos incorporados en nuestras retinas unos sensores que registran en vídeo todo cuanto vemos y hacemos y lo archiva, convirtiéndonos en víctimas de nuestros propios recuerdos. Esto anula por completo nuestra capacidad de mentir, hasta por los motivos más tontos, ya que la otra persona, si duda de nuestra veracidad, puede comprobar en cualquier momento si lo que decimos es verdad o mentira. El guión plantea también un caso muy delicado, a la vez que morboso. La tentación que podríamos tener de ver las relaciones anteriores con una ex mientras practicas sexo con tu actual pareja… ¡Y que ella te pille! La verdad, no me gustaría vivir en una sociedad con semejantes artilugios. La domótica llevada al extremo. Yo… ¡que todavía escribo en libretas!
Capítulo «Toda tu historia» de Black Mirror. Fuente: elpais.com
Uno de los capítulos más memorables, con un ritmo impecable y un guión tan impactante como provocador, Charlie Brooker nos sitúa al primer ministro británico ante una peculiar disyuntiva. Unos secuestradores tienen cautiva a la princesa Susannah y ponen como única condición para su liberación que el primer ministro tenga relaciones sexuales con un cerdo mientras toda la nación lo ve en directo por televisión. El subtexto contiene una hiriente moralina que golpea al espectador mostrándole cuán mezquinos y obscenos podemos llegar a ser. Simplemente brillante.
Capítulo «El himno nacional» de Black Mirror. Fuente: elpais.com
«Oso Blanco» en el que una chica despierta en un lugar desconocido sin recordar nada de su vida, nadie le contesta cuando les pregunta, unos asesinos la persiguen con la intención de descuartizarla y la gente de la calle, cuando les pide ayuda, sólo hacen que grabarla y hacerle fotos. Simplemente aterrador. El morbo llevado a su máximo estadio.
Hay varios falsos finales mientras salen los títulos de crédito, hasta el colofón final. «Blanca Navidad» describe una macabra tecnología que nos permite anular totalmente a la persona que queramos cuando queramos. La persona en cuestión queda bloqueada. Se transforma en una silueta de si misma sin capacidad de hablar ni comunicarse con la persona que los ha bloqueado. Como cuando te anulan en una red social, pero en versión extrema. Sólo por estos cinco capítulos ya valdría la pena ver Black Mirror.
Mi recomendación es que lo hagas, y rápido. Principalmente por dos razones. La primera: Son pocos capítulos, trece en el total de las tres temporadas, y no muy largos, la mayoría de cuarenta minutos. La segunda: Antes de que acabe el año, aún no hay fecha confirmada, Netflix estrenará su esperadísima cuarta temporada. Espero haberte dado motivos suficientes para verla.
-Temporadas: 3 -Capítulos por temporada: T1: 3 T2: 4 T3: 6 -¿Dónde podemos verla?: Netflix
Basada en la película homónima de 1973 (aquí se tituló Almas de metal), escrita y dirigida por el famoso novelista estadounidense Michael Crichton. Westworld nos plantea una sociedad distópica en el que el no va más en el reino de la diversión es un parque de atracciones hiperrealista, que emula el Salvaje Oeste Americano.
La «gracia» del parque, su atracción estrella, son unos robots, de apariencia totalmente humana, que interactúan con los visitantes del parque que pueden hacer de ellos lo que les de la real gana. Es lo bueno del Salvaje Oeste, ¿no? No hay límites. Pues eso es Westworld: un mundo sin límites.
Fuente: www.hbocanada.com
Uno de los mensajes subliminales de la serie es, sin duda, la deshumanización del ser humano. Vemos gente que paga cantidades insultantes de dinero para dar rienda suelta a sus más inconfesables deseos: humillar, maltratar, violar, matar… en un entorno que los «westerns» se han encargado de frivolizar hasta la saciedad.
Pero todo empieza a cambiar cuando los androides, que empiezan a sentirse humanos, dejan de obedecer cuanto se les ordena y, tomando conciencia propia, se rebelan contra el orden establecido. Los programadores andan locos por intentar subsanar las crecientes insubordinaciones.
Producida por el incansable J.J Abrams y escrita y creada por Jonathan Nolan (hermano de Christopher y el guionista de muchas de sus películas) y Lisa Joy, Westworld llegó muy condicionada por las abrumadoras críticas recibidas y la expectación generada. Bajo mi modesto criterio, no defraudó. Pero tampoco apasionó. Los muchos desnudos y la crudeza de la violencia la emparentaban con fuerza con el gran éxito de HBO, Juego de Tronos, y son muchos los que desean que Westworld se acabe convirtiendo en su sucesora cuando termine su octava y última temporada. Les queda aún mucho por andar y una gran legión de fans por conquistar.
Evan Rachel Wood y James Marsden en un fotograma de Westworld. Fuente: www.republica.com
En cuanto al apartado técnico se refiere, lo diré de la forma más sintética posible: ¡ES CINE! ¡Y DEL BUENO! Las localizaciones son, simplemente espectaculares, con unas panorámicas y unos planos aéreos inolvidables.
La dirección de fotografía es sobresaliente; el diseño artístico y la ambientación, sublimes y los efectos especiales solo al alcance de presupuestos descomunales. Si a esto le sumamos un reparto brillante encabezado por una Evan Rachel Wood que se sale, con dos viejas glorias siempre efectivos y convincentes como Anthony Hopkins y Ed Harris, con papeles secundarios de peso, se podría decir que Westworld tiene todos los ingredientes necesarios para hacer un producto soberbio.
Anthony Hopkins en un fotograma de Westworld. Fuente: www.theverge.com
La serie le ha acabado costando a HBO la nada desdeñable cifra de 100 millones de dólares. Unos diez millones de media por capítulo, algo sólo superado por la misma de siempre, Juego de Tronos.
De siempre me he considerado un fan de los créditos de inicio tanto en las series como en el cine y los de Westworld, son sin lugar a dudas de los mejores que he visto nunca. Una composición exquisita, una música hipnótica y unas sugerentes imágenes en blanco y negro confieren a este minuto escaso de metraje la categoría de «obra maestra del buen gusto» ¡Chapeau!
Diferentes fotogramas de la secuencia de créditos iniciales. Fuente: hipertextual.com
El secreto del éxito de estos créditos iniciales de Westworld pudiera ser la empresa encargada de crearlos, Elastic, que curiosamente se encuentra detrás de otros éxitos similares en títulos de crédito como los de Game of Thrones, The Man in the High Castle, True Detective, Daredevil… La opinión de la crítica ha sido bastante dispar. A mí, en líneas generales, me ha gustado mucho. Aunque he de admitir que, algunos capítulos, se me han hecho un poco largos. Hay una cierta tendencia durante toda la serie a la sobre-explicación de algunos aspectos y un ritmo un tanto lento.
Es de justicia decir que, los creadores de la serie, no se han cansado de repetir que esta primera temporada era más bien de presentación y puesta en escena de personajes. Para mi gusto, creo que han abusado un poco con tanta presentación. Se espera mucho, al menos en mi caso, de la segunda temporada que se estrena el próximo año 2018. Ojalá no defrauden.
-Temporadas: 1 -Capítulos por temporada: 10 -¿Dónde podemos verla?: HBO
Bueno amigos, esto ha sido todo con respecto a las series distópicas. Espero que este amplio análisis te haya ayudado en algo o, cuanto menos, te haya entretenido. Si no has visto aún alguna de las series que te he recomendado, ya estás tardando. Merecen muchísimo la pena, te lo garantizo. Si estas dos últimas semanas te he hablado de Distopías en las series, el próximo post irá sobre Ucronías.
Si quieres saber que son, y que series hay dentro de ese subgénero, te emplazo a seguir leyendo los artículos que, religiosamente, iré colgando todos los lunes aquí, en ABISMOfm. Por último, como siempre, te acabaré pidiendo un favor. Que le des a compartir en cualquiera de los botones de mis redes sociales que encontrarás un poco más abajo. A ti sólo te supondrá un par de segundos, para mí, significa mucho ya que es la única manera de poder llegar a más gente.
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